Hace unos momentos, mi esposo salió de su oficina en casa y murmuró: el tiempo es eterno estos días. No podria estar mas de acuerdo, hay una cierta elasticidad que vuelve la cotidianidad de cuarentena algo surreal. Yo, como muchos otros, he encontrado refugio en la predecible y satisfactoria naturaleza de la repostería. Segun yo, este consuelo se evidencia muy bien en el “shortbread”. Gonzalo me metió la idea en la cabeza el otro día y me he encontrado investigando los orígenes de esta sencilla galleta, buscando diferentes recetas y hablando constantemente sobre ellas. En caso de que te dé curiosidad a ti también, hay muy buenas recetas del sitio del NYTimes Cooking. Gonzalo y yo hemos estado peloteando nuestros descubrimientos al hornear, debatiendo si se debe acremar la mantequilla y el azúcar primero o si la mantequilla la agregamos al final, como haciendo bisquets. Hemos también experimentado agregando o quitando cosas: menos azúcar, agregar harina de arroz, poppy seeds… Yo decidí jugar con esta idea de echarle romero y lo hice con un poco de la lavanda que tengo en una maceta en mi casa y un poquito de sal Maldon a la hora de salir del horno. Estoy segura que no será el último de los experimentos. ¿Tú? ¿Estás horneando o cocinando algo en casa? ¡Enseñanos! #vinosenteros